jueves, 1 de marzo de 2018

En Busca del Tío Curt - Capítulo III

EN CONSTRUCCIÓN

Capítulo III
Consideraba seriamente las advertencias de Belicena, sobre los peligros involucrados en la búsqueda de su hijo. A la luz de su destrucción psíquica y posterior asesinato, estas advertencias adquirían una poderosa elocuencia que no estaba dispuesto a despreciar. Por lo tanto decidí actuar resuelta pero cautamente.
Ya había conseguido toda la información policial posible sobre el caso y casi no albergaba dudas de que los misteriosos asesinos de Belicena fueron los Inmortales Bera y Birsa: la totalidad de las evidencias del crimen así lo indicaban.
Sólo seres como Ellos podrían haber ingresado en esa celda herméticamente cerrada y ejecutarla ritualmente. Y la más llamativa de esas pruebas la constituía la cuerda enjoyada: era evidente que el “oro de España”, de las medallas, procedía de Tharsis, de las antiguas minas de Tartessos; y que el cabello “teñido con lechada de cal”, de la cuerda, pertenecía a las infortunadas Vrayas tartesias, aquellas que fueron asesinadas por Bera y Birsa cuando salvaron la Espada Sabia y con cuya sangre los Inmortales habían escrito la sentencia: “el castigo para los que ofendan a Yah provendrá del Jabalí”. Indudablemente Ellos consideraban cerrado un ciclo, cumplida una venganza milenaria, tal vez creyesen una vez más exterminada a la Casa de Tharsis, para haber empleado esa significativa forma de ejecución: asesinar a la última Vraya con el cabello que Ellos quitaron a una de las primeras Vrayas, macabro trofeo que ahora devolvían con diabólica lógica. ¡Y qué Misterio se ocultaba en los poderes de Bera y Birsa, en su increíble dominio del Tiempo! Porque del informe policial se desprendía
claramente que aquel cabello no había sufrido el paso del tiempo: el cabello de la cuerda, en efecto, aún estaba vivo, como recién cortado de una cabeza humana, de una cabeza de Raza Blanca, cuando se lo trenzó para matar; y de ningún modo revelaba los dos mil doscientos años transcurridos desde entonces. ¿Dónde, Oh si el sólo pensar esta pregunta me llenaba de inquietud, dónde lo habían guardado hasta ahora sin que envejeciese? ¿Tal vez en el mismo Infierno donde Ellos habitaban, y que Belicena Villca denominaba Chang
Shambalá? Sí. Con toda probabilidad ésa era la respuesta correcta: el cabello procedía de sus Moradas Malditas, donde el Tiempo no transcurría y Ellos tampoco envejecían.
Ya había decidido enfrentar el peligro y debía ponerme en marcha cuanto
antes. Pero primero quería aclarar definitivamente la cuestión de las leyendas de
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las joyas de oro. Y para eso nadie podía serme de mayor utilidad que el Profesor Ramirez. Me dirigiría, pues, a su presencia.
Detuve el automóvil en la playa de la Ciudad Universitaria y me llegué hasta la Facultad de Antropología en busca del Profesor Ramirez. Se encontraba muy ocupado, efectuando una traducción; pero me atendió con cortesía.
–¿Qué le trae nuevamente a verme, Dr. Siegnagel; otro delirio quechua de sus pacientes? –se burló.
–No Profesor, esta vez se trata de lenguas no americanas. Hallé dentro de un viejo libro, un papel con este dibujo –mentí fríamente– y quise consultarle sobre sus inscripciones. –Le alargué el dibujo que hiciera sobre la siniestra Joya de oro.
Relampaguearon los pequeños ojos grises, y por un instante pareció que iba realmente a interesarse; pero enseguida volvió a adoptar el aire lacónico que lo caracterizaba. Nada podía afectar al viejo Erudito, admirado por las Universidades de medio mundo.
–Es la más grotesca combinación lingüística que he visto. ¿Se trata de una broma, Siegnagel? –preguntó con desconfianza.
–No sé. Así, tal cual lo encontré, se lo traje –dije sin exagerar demasiado.
–¡Pues si no lo es, lo parece! ¡Hebreo y Celta! vamos Arturo; o es una
broma o se trata de algo muy pero muy serio. Por lo pronto la palabra hvh i es el famoso tetragrammaton, nombre de Dios de cuatro letras, de nefasto poder según los Cabalistas y que se lee más o menos “YHVH”, siendo las “H” letras que pueden adoptar el sonido de la “ETA” griega, es decir, semejante a la “E” castellana. En cuanto a hgiv, su traducción es “Binah” y significa “Inteligencia”; pero no cualquier inteligencia sino la “Inteligencia Suprema”, la Inteligencia de Dios, justamente la Inteligencia de YHVH Elohim : para la Cábala hebrea, Binah es uno de los diez Sephiroth o Aspectos del Dios Uno.
Cuán familiares y llenas de sentido me resultaron entonces aquellas explicaciones del Profesor, al situarlas inevitablemente en el marco de la carta de Belicena Villca y su terrible muerte. Pero el Profesor continuaba:
–La frase “ada aes sidhe draoi mac hwch” es, sin dudas, celta antiguo o algunos de sus múltiples dialectos. La lengua celta evoluciona, a partir del árbol indoeuropeo, en dos ramas; una, continental, dio el Galo; la otra, insular, se dividiría a su vez en dos subramas: 1ro. el goidélico o irlandés antiguo, madre del irlandés y del gaélico escocés; y 2do. el britónico, que dio el bretón, el galés y el córnico. Le diría que estas palabras pertenecen al irlandés antiguo, tal como aparece en las sagas “El canto de Marzin” o en los poemas del Bardo Taliesin, escritos en el siglo V.
Es curioso, Marzin (en galés “Myrddin”, y deformado en lenguas germánicas “Merlín”) era Druida, al igual que Taliesin, y justamente en la frase que Ud. me ha traído se alude a los Druidas: “Draoi” quiere decir Druida en celta. La frase completa sería “Victoria al Divino Druida, Hijo del Jabalí”,
según el siguiente vocabulario:
ada = Victoria
aes sidhe = Divino
Draoi = Druida
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mac = Hijo
hwch = Jabalí
–Mi querido Dr. Arturo Siegnagel –el Profesor me miraba fijamente– ¿qué
sabe Ud. sobre los Druidas?
La pregunta no me tomó de sorpresa, pues Yo mismo estaba pensando a
gran velocidad en ello, desde el mismo momento que el Profesor completó su
traducción.
–Sé muy poco –dije–. Que formaban una especie de Casta Sacerdotal
entre los antiguos celtas. Que practicaban la magia y la adivinación... Creo que
estaban reputados como Sabios y que a pesar de su origen pagano, poseían una moral nada desdeñable –todo cuanto sabía sobre los Druidas, o Golen, procedía de la carta de Belicena Villca, y mi opinión sobre Ellos, como es natural, no podía ser peor. Sin embargo ignoraba el concepto que le merecían al Profesor Ramirez y trataba de no comprometerme condenándolos categóricamente–. Pienso que desaparecieron con la conversión de los celtas al cristianismo –concluí inocentemente.
El Profesor sonreía burlón:
–Siéntese Siegnagel que vamos a charlar –se levantó y, luego de cerrar con llave la oficina, hurgó durante unos minutos en la nutrida biblioteca privada.
Escogía libros aquí y allá, resoplando de satisfacción cuando encontraba alguno que se había resistido más de 30 segundos. Al fin, tomando una carpeta colgante de un archivo, se acomodó en su sillón.
–Vea Dr. –comenzó el Profesor con tono grave– le seré franco: si hubiese sido otro el que me traía ese dibujo, sin dudas lo habría echado a patadas. Pero conociéndolo a Ud., que es una persona seria, le confiaré mi pensamiento, pues algo me dice que atrás de este ingenuo dibujo hay otra cosa.
Sonreí ante la certera intuición del Profesor.
–Para comenzar recordemos que la mejor etimología parece ser Druvid, palabra que se descompone en Dru = “cosa en sí” o “tal cosa” y vid = “conocer”, lo que vendría a dar “conocer las cosas en sí”. El Druida sería entonces “el que conoce las cosas profundamente”; pero una acepción más antigua los llama “El que conoce la verdad”. No debe sorprenderse, Arturo, de saber poco de ellos, pues a pesar que el Druidismo era una institución entre los celtas antiguos y muchos escritores clásicos los mencionaron, su origen y Doctrina permanecen en el más oscuro misterio. Algunos de estos escritores que vienen a mi memoria, son, para su ejemplo, Julio César, Posidonio, Cicerón, Diodoro Sículo, Estrabón,
Plinio, Tácito, Luciano, Suetonio, Diógenes Laercio, Orígenes, etc.
Ninguno arroja demasiada luz sobre ellos y eso a mi juicio por tres razones: 1ro. porque su enseñanza era oral, 2do. porque su enseñanza era iniciática, 3ro., y principal, porque los más interesados en ocultar todo cuanto concierne al “Druida”, fueron los mismos Druidas.
Con respecto a su apreciación de que constituían una especie de “Casta Sacerdotal”, le diré que aparentaban no ser ni lo uno ni lo otro. No formaban una casta sino una Orden; y no serían “Sacerdotes” puesto que no oficiaban públicamente los rituales de un Culto, como correspondería para merecer ese calificativo. Sin embargo, el hecho de que no oficiaran un Culto en público no significa que no lo poseyeran y practicaran secretamente, en la espesura de los bosques, cerca de las construcciones megalíticas milenarias que Ellos adaptaban para tal fin. Sí, Dr. Siegnagel. Acierta Ud. en este punto: los Druidas eran Sacerdotes; y de la peor especie que se haya registrado en la Historia de la Humanidad.
También cree Ud. que eran “Sabios y tendrían una moral nada desdeñable”. Pues, sobre su “Sabiduría” hay pocas dudas ya que detentaron todos los aspectos del saber celta. En cambio las opiniones son encontradas, cuando se refieren a la moral del Druida, un General pederasta como Julio César (100-44 A.J.C.) los halló agradables e incluso envió al Druida Viviciano a Roma como Embajador. Pero en el aspecto moral, el futuro cónsul dejaba mucho que desear; en cambio Estrabón (60 A.J.C.), célebre geógrafo griego, contemporáneo del anterior, menciona actos de tremenda crueldad “que se oponen a nuestras costumbres” y relata cómo los Druidas realizaban augurios “leyendo” los profundos dolores de una víctima apuñalada por la espalda.
También eran afectos a los sacrificios humanos, los que consumaban introduciendo a las víctimas en una enorme máscara de mimbre a la que luego prendían fuego.
Los Druidas “consideraban un deber cubrir sus altares con la sangre de sus prisioneros y consultar a las Deidades en las entrañas humanas” escribió Tácito.
Continuó un buen rato, el Profesor, leyéndome citas de diversos autores griegos y latinos, unos enalteciendo tal o cual virtud, otros condenando de plano la maldad druídica. No se me escapaba que quienes “condenaban” a los Druidas eran también paganos, por lo que grandes debían ser las aberraciones de éstos, capaces de impresionar a hombres familiarizados con todas las barbaries de sus respectivas Epocas. La explicación lingüística que había ido a buscar de la erudición del Profesor ya estaba satisfecha. Empero, aquel hombre se empeñaba en instruirme sobre los Druidas, revelándome cuanto él sabía de los mismos, y Yo no podría ser tan descortés como para negarme a escucharlo. Aunque su charla repitiese temas ya sobradamente expuestos en la carta de Belicena Villca.
Después de todo, el comprobar que otros conocían parte de aquellas verdades, sólo podría infundirme seguridad; y tranquilizarme sobre la salud mental de la difunta Iniciada.
–Como ya le dije –prosiguió el Profesor– no existen documentos de fuente celta que puedan consultarse, a no ser las sagas recopiladas por D'Arbois de Juvainville en el siglo XIX, muy ricas en elementos tradicionales de los celtas de “Iwerzón” o Irlanda. En ellas comprobamos el gran poder de los Druidas al favorecer las sucesivas invasiones celtas (Fir Bolg o celtas de Bélgica; Fir Donan y Fir Galois, o galos, Escoceses y galeses) a Irlanda, habitada hasta ese entonces por los Fomore, seres gigantes y los Tuatha de Danan, Divinos Hiperbóreos. En más de una ocasión los celtas derrotan a los Gigantes Fomore a quienes exterminan y también acaban por expulsar a los Tuatha de Danan a pesar de los poderes mágicos de estos. Es que los Druidas dominaban las fuerzas de la naturaleza, como si tuviesen la ayuda del mismo Satanás.
Producían lluvias, tormentas eléctricas y nieblas; embravecían los mares o los aquietaban; hacían “aparecer” bellas mujeres o monstruos espantosos por materialización; etc.
En tiempos de la invasión de los Galeses, su jefe, el Druida Amergin, realiza el siguiente ritual: poniendo el pie derecho en la tierra a conquistar recita:

Yo soy el Viento que sopla sobre las aguas del Mar.
Yo soy la Ola que rompe contra la Roca.
Yo soy el Trueno del Mar.
Yo soy el Ciervo y el Toro de los Siete Cuernos.
Yo soy el Buitre en la Barranca.
Yo soy la Lágrima del Sol.
Yo soy la Más Bella de las Flores.
Yo soy el Jabalí Salvaje e Intrépido.
Yo soy el Salmón en el Lago.
Yo soy el Lago en la Llanura.
Yo soy la Voz de la Sabiduría.
Yo soy la Lanza que se empuña en la Batalla.
Yo soy el Dios que exhala Fuego en la Cabeza.
Y el Druida Amergin, pronuncia luego las siguientes siete preguntas:
¿Quién ilumina la Asamblea en la montaña?
¿Quién denuncia los Días de la Luna?
¿Quién señala el lugar donde se hundirá el Sol?
¿Quién trae el Toro de la Casa de Tethra, el Dios del Mar, y lo aísla?
¿A quién sonríe el Toro de Tethra?
¿Quién destruye las Armas de Piedra de colina en colina?
¿Quién hace todos estos prodigios sino el Fili?
Invoca, Pueblo del Mar, invoca al Druida,
para que pueda conjurar el hechizo para Ti.
Pues Yo, el Druida,
que ordené las letras
del Alfabeto Sagrado Ogham,
Yo que doy la Paz a los combatientes,
me aproximaré a la Fuente de los Duendes,
en busca del hombre dócil,
para que juntos podamos realizar
los hechizos más terribles.
Yo soy un Viento del Mar.
He aquí, Arturo, el poder del Verbo Mágico de estos Druidas Fili (Fili = Bardo): las fuerzas desatadas con el poema panteístico precedente, permiten ganar una posterior batalla contra los Divinos Tuatha de Danan, quienes poseían carros voladores y rayos de la muerte pero eran completamente impotentes frente a la magia negra de los Druidas.
El Profesor explicaba vivamente entusiasmado, pero Yo me había quedado pensando en el octavo verso de Amergin donde dice:
“Yo soy el Jabalí Salvaje e Intrépido”. No podía dejar de relacionarlo con la leyenda de la joya nefasta, “Victoria al Divino Druida Hijo del Jabalí”. Se lo hice notar al Profesor.
–A eso iba, Arturo. Los principales símbolos del Druida eran dos: el jabalí y el trébol de cuatro hojas que usaban bordado en su túnica blanca. Entre los celtas el jabalí y la osa simbolizaban respectivamente, el poder del Druida y el del guerrero. Algunos eruditos, como René Guenón, pretendieron equiparar estos dos símbolos de Poder con las castas de los Brahmanes y de los Kshatriyas de la India, es decir, de los Sacerdotes y guerreros, considerando el profundo significado que el jabalí y la osa tienen en la tradición indoaria. Pero esto es un error, pues los Druidas jamás formaron una casta (ni hubo castas entre los celtas) y porque el sentido dado al jabalí (símbolo hiperbóreo antiquísimo) por ellos,
estaba teñido con un materialismo que no posee ni remotamente en el Rig Veda, donde figura como la tercera de las diez manifestaciones de Vishnú en el actual ciclo de vida o Manvantara. Es como si los Druidas hubieran “invertido” el sentido del símbolo dando al jabalí, expresión del Poder Espiritual Primordial propio de la Función Regia, una representación del Poder Temporal Actualizado que es característico de la Función Sacerdotal. Sobre el antiguo y, hasta hoy, secreto Misterio del jabalí y la osa hay mucho para hablar, pero nos apartaríamos de nuestro tema; volvamos mejor a las sagas recopiladas por Juvainville.
Como es sabido, los Druidas impusieron a los celtas el alfabeto Ogham de veinte signos, quince consonantes y cinco vocales, llamado Beth-Luis-Nion, por sus tres primeras letras B-L-N. Pues bien, Dr. Siegnagel: el eminente mitólogo Robert Graves sostiene que el “poema” del Druida Amergin ha sido deformado en las sucesivas transcripciones profanas con el fin de ocultar su sentido esotérico, pero que el mismo se hallaba originalmente relacionado no sólo con el alfabeto sagrado Beth Luis Nion, sino con el Calendario de Arboles que empleaban también los Druidas. Naturalmente, para que la Canción de Amergin “coincida” con el alfabeto sagrado es necesario trasponer sus versos de esta forma:
Dice el Druida, la Voz de Dios: Letras del Ogham y Arboles del mes:
Yo soy el Ciervo y el Toro de Siete Cuernos. ............... (B) Beth/Abedul (24-XII 20-I)
Yo soy el Lago en la Llanura .................................... (L) Luis/Fresno
silvestre (21-I 17-II)
Yo soy el Viento en el Mar. ....................................... (N) Nion/Fresno (18-II 17-III)
Yo soy la Lágrima del Sol. ........................................ (F) Fearn/Aliso (18-III 14-IV)
Yo soy el Buitre sobre el Abismo. ............................... (S) Saille/Sauce (15-IV 12-V)
Yo soy la más Bella de las Flores. .............................. (H) Uath/Espino (13-V 9-VI)
Yo soy el Dios que exhala Fuego en la Cabeza ........... (D) Duir/Roble (10-VI 7-VII)
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Yo soy la Lanza que se empuña el Combate. ............. (T) Tinne/Acebo (8-VII 4-VIII)
Yo soy el Salmón en el Lago. ..................................... (C) Coll/Avellano (5-VIII 1-IX)
Yo soy la Voz de la Sabiduría. ................................. (M) Muin/Vid (2-IX 29-IX)
Yo soy el Jabalí más Cruel. ........................................ (G) Gort/Hiedra (30-IX 27-X)
Yo soy el Trueno del Mar. ......................................... (NG) Ngetal/Caña (28-X 24-XI)
Yo soy la Ola del Mar. .............................................. (R) Ruis/Sauco (25-XI 22-XII)
¿Quién sino Yo conoce los Secretos del Dolmen de Piedra no labrada? .............................. 23 de Diciembre

En su libro “La Diosa Blanca”, Robert Graves expone una síntesis sobre el
significado de cada mes del Calendario Druida de Arboles. Sobre el mes de la Hiedra, que corresponde a la letra (G) Gort, dice lo siguiente: “G, el mes de la Hiedra, es también el mes del jabalí. Set, el Dios solar egipcio, disfrazado de jabalí, mata al Osiris de la Hiedra, amante de Isis. Apolo, el Dios Sol griego, disfrazado de jabalí, mata a Adonis, o a Tammuz, el sirio, el amante de la Diosa Afrodita. Finn Mac Cool, disfrazado de jabalí, mata a Diarmuid, el amante de la Diosa irlandesa Grainne (Greine). Un Dios desconocido, disfrazado de jabalí
mata a Ameo, Rey de Arcadia y devoto de Artemisa, en su viñedo de Tegea y, según el Gannat Busamé (“Jardín de las Delicias”) nestoriano, el Zeus cretense fue muerto del mismo modo. Octubre era la estación de la caza del jabalí, y también la estación de las orgías de las basárides o bacantes enguirnaldadas con Hiedra. El jabalí es el animal de la muerte y la “caída” del año comienza en el mes del jabalí”.
La función del Druida queda bien resumida en el poema “Los despojos del abismo” donde Taliesin dice “Soy Bardo, Soy Guía, soy Juez”. Bardo era el Druida dedicado al arte y la música; Guía era el Ovate, Druida dedicado a la ciencia; Juez era el Druida-dheacht (es decir Druida-hechicero, mago) habilitado por su poder para influir sobre los Reyes Celtas e imponer su ley. Fíjese, Arturo, qué extraño y contradictorio suena que el legislador de un pueblo no sea miembro racial de ese pueblo y sin embargo sea aceptado “voluntariamente”(?)
por ellos. Porque los Druidas no eran celtas a pesar de todos los intentos por falsificar la Historia que se han hecho en este sentido. Quizás un poco de luz sobre esto, se obtenga considerando el descubrimiento del manuscrito Frisón “Oera Linda”. En este documento, escrito en runas, se cuenta la antigua historia del Pueblo Frisón, que al parecer es un remanente de la “Atlandia”, una colonia atlante situada en el norte de Europa, frente a Gran Bretaña hace unos 5.000 años. No se trata de la Atlántida legendaria, mencionada por Platón, la cual habría existido 12.000 años atrás; pero como ésta, Atlandia también sucumbió a un cataclismo. –El Profesor abrió la carpeta colgante y luego de hojear cientos de fotocopias, entre las que reconocí “Los manuscritos del Mar Muerto, facsímil editado por la UNESCO”, extrajo un folio escrito en lengua rúnica, que era la copia del Oera Linda. Junto, había una traducción al inglés hecha y comentada por Robert Scrupton en 1977, titulada “The Other Atlantis”. De este último texto leyó, ante mi curiosidad, lo siguiente: “Las implicaciones del Oera Linda son que algunos refugiados de la hundida Atlandia, alcanzaron el área general de los Países Bajos y Dinamarca, poblados ya por colonos atlandeses por lo menos desde el año 4.000 A.J.C. Se establecieron allí y contactaron con sus parientes, quienes, como piratas, marinos y mercaderes, habían mantenido comunicación con la madre patria y con los diversos lugares del mundo colonizados por atlandeses”.
“Al cabo de un tiempo, los descendientes frisones, escribieron relatos de la madre patria, sus gentes, su historia, su religión y su ley.
Conforme una generación sucedía a otra, se perdieron algunos de los más antiguos escritos, mientras que otros se resumían y se añadieron nuevos capítulos a la historia de aquel pueblo. Se convirtieron así en el diario de un pueblo renovado y modernizado, en una verdad sagrada para la familia que la poseía”.
“Estos resúmenes y adiciones, continuaron siendo realizados por los descendientes de la Atlandia hasta el año 1256 de nuestra Era, dando de este modo, siempre que se acepte la autenticidad de los manuscritos, el testamento de la historia de un pueblo durante 3.000 ó 5.000 años: un documento sin paralelo en la Historia humana”.
“Nada se añadió después de 1256, fecha en que Hiddo Over de Linda de Frisia, recopiló todo el material existente en un nuevo papel hecho a base de algodón, que los árabes habían traído a España y que se estaba empezando a utilizar en toda Europa”.
“La copia final pasó de una generación a otra de la familia, hasta el año 1848, fecha en que una mujer, Aafjie Meylhof (nacida Over de Linden), se la dio a su sobrino Cornelius Over de Linden. Este último, que era maestro de navíos en los Astilleros Neerlandeses de Helder, decidió finalmente que el doctor Eelco Verwiss, bibliotecario de la Biblioteca Provincial de Leewarden, de Frisia, copiara el documento”.
“El escrito –con todas sus implicaciones– pasó a dominio público”.
Siguió leyendo el Profesor los comentarios de Robert Scrupton, reseñando las pericias sufridas por el Oera Linda hasta nuestros días. Pues, aunque no existen casi dudas sobre su autenticidad –por lo menos hasta el año 1256–, muchos se resisten a aceptarlo como documento histórico ya que el milenario libro, al echar luz sobre episodios mitológicos de la Historia, se hace de enconados enemigos.
Yo escuchaba fascinado mientras el Profesor continuaba implacable:
–Bien, vamos a lo nuestro. En uno de los manuscritos frisones, donde se cuenta la lucha que sostuvieron los hombres de Frisia (blancos) con los invasores Magiares (amarillos) 2.000 años A.J.C. está la historia de Neef Teunis, un marino frisón que, saliendo de Dinamarca, navega hasta el Mediterráneo con la idea de entrar al servicio de los Reyes de Egipto. “En la parte más al norte del Mediterráneo –dice el Oera Linda– hay una isla cercana a la costa. Llegaron allí y pidieron comprarla, sobre lo que se celebró un consejo general”.
“Se pidió el consejo de la Madre, y ella deseaba verlos distantes, por lo que no vio daño en ello; pero cuando después vimos el error que habíamos cometido, llamamos Messellía (Marsella) a la isla. Enseguida se verá la razón que tuvimos”.
“Los Golen, nombre que recibían los Sacerdotes misioneros de Sidón, habían observado que la tierra estaba escasamente poblada, y alejada de la Madre”. –Le aclaro, Arturo, que tanto en el Oera Linda, así como en numerosas sagas tradicionales nórdicas, se utiliza el término “Madre” para denominar, genéricamente, a las Sacerdotisas del Culto del Fuego–. “Con el fin de causar una impresión favorable, los Golen se llamaban a sí mismos en nuestra lengua “Seguidores de la Verdad”, pero mejor se hubieran llamado “Quienes no tienen la Verdad” o, más brevemente, Triuweden, como después los llamó nuestro pueblo marinero. Cuando estuvieron bien establecidos, sus mercaderes cambiaron sus bellas armas de cobre y todo tipo de joyas, por nuestras armas de hierro y cueros de bestias salvajes, que eran abundantes en nuestros países nórdicos; pero los Golen celebraron todo tipo de fiestas viles y monstruosas, que los habitantes de la costa promovían con sus lascivas mujeres y su dulce vino envenenado. Si alguno de nuestro pueblo se conducía de forma que su vida estaba en peligro, los Golen le proporcionaban refugio y lo enviaban a Phonisia, es decir, Palmland (Fenicia). Cuando se había establecido allí, le hacían escribir a su familia, amigos y conocidos diciendo que el país era tan bueno y la gente tan feliz que nadie podía formarse una idea de él. En Gran Bretaña –colonia penal atlandesa– había muchos hombres pero pocas mujeres. Cuando los Golen supieron esto, llevaron muchachas de todas partes y se las dieron a los británicos por nada. Pero todas esas mujeres servían sus propósitos de robar niños a Wr-Alda para dárselos a los falsos dioses”.
En el Oera Linda se denomina Wr-Alda a Dios. Pero este Dios Frisón es alternativamente, en los antiguos relatos, ora el Demiurgo Jehová Satanás, ora el Incognoscible Dios Hiperbóreo. La confusión surge, presumiblemente, a causa de la caída en el exoterismo que padecen los Frisones, así como otros pueblos sobrevivientes de la catástrofe atlante, con el correr de los siglos.
Sobre esta parte del Oera Linda, comenta Robert Scrupton: “Triuwiden, o Druviden, puede considerarse el origen del nombre ‘Druidas’, mientras que ‘Golen’ es otra forma de ‘galli’, vale decir, los ‘gauls de Fenicia’ ”. Como ve, amigo Arturo, este increíble documento hace retroceder en muchos siglos las noticias sobre los Druidas –que ahora serían “los que no tienen la Verdad”– haciéndolos provenir de Medio Oriente, lo que confirma la presunción que siempre existió sobre su origen no celta.
Faltaría saber ahora... –¿Me está escuchando Arturo?
Había quedado paralizado minutos atrás, precisamente cuando el Profesor leía el Oera Linda y pronunció la palabra “Golen”. Los encarnizados perseguidores de la Casa de Tharsis, a quienes Belicena Villca denominaba “los
Golen”, eran definitivamente “Druidas”. Eso Yo ya lo sabía porque estaba implícito en la carta; pero allí el Profesor me demostraba que ello no constituía ningún secreto, que existían documentos e información suficiente sobre aquellos malditos Sacerdotes. Sólo mi ignorancia de la Historia, y de los personajes más oscuros de la Historia, había causado la sensación de extrañeza que experimenté cuando leí la carta y conocí las intrigas y los planes de los Golen. A punto estuve más de una vez, y ahora me arrepentía de ello, de dudar de la cordura de Belicena, de negar la fantástica realidad de los Golen.
–Sí Profesor, le escucho –respondí temeroso de ofenderlo.
–Faltaría ahora –repitió pacientemente– saber si realmente se trataba de Fenicios, pues en esa Epoca Sidón era una ciudad portuaria, tremendamente cosmopolita.
Comprendía el interrogante que planteaba el Profesor pero no me interesaba por el momento profundizar en esa dirección, habida cuenta de todos los detalles aportados por Belicena sobre el origen hebreo de los Golen. En cambio una pregunta diferente pugnaba por salir de mi garganta: debía conocer qué sabía el Profesor sobre la actualidad de los Golen.
–Profesor Ramirez, disculpe si lo interrumpo, pero ¿hay Druidas en esta Epoca? –pregunté con vehemencia.
Suspiró resignado el viejo profesor.
–Ud. me hace una pregunta muy concreta y trataré de responder en idéntica forma; pero entienda que no es fácil y deberé ponerlo sobre otros antecedentes para que pueda juzgar, por sí mismo, la validez de mi respuesta: porque si bien hay sociedades celtistas y autores dedicados al estudio del druidismo, sólo se trata de historiadores o diletantes y no de verdaderos Fili. La verdad habrá que buscarla, entonces, en otra parte.
Durante varios siglos el druidismo pareció eclipsado, específicamente (como bien dijera Ud. al comienzo de nuestra charla) desde la conversión de los pueblos celtas al cristianismo. Esta conversión es bien temprana, pues San Patricio convierte a Irlanda al catolicismo entre los años 432 y 463. Los pueblos celtas de las Galias estaban en esa Epoca bajo el dominio de dinastías germanas, las que abrazaban en todos los casos el cristianismo arriano, doctrina elaborada por el obispo libio Arrio en 318 y condenada por herética en el Concilio de Nicea de 325. El padre Llorca, en su monumental Manual de Historia Eclesiástica, dice que, según Arrio: “no hay más que un solo Dios, eterno e incomunicable. El verbo, Cristo, no es eterno, sino creado de la nada. Por tanto verdadera creatura, mucho más excelente que las demás; pero no consubstancial con el Padre. Por consiguiente no es Dios”.
Esta doctrina atentaba contra el “Misterio” católico de la Trinidad por lo que fue ferozmente combatida por los Romanos Papas.
Sea como fuere, lo cierto es que en la conversión de la nobleza arriana al catolicismo, sucumbió el pueblo celta que debió aceptar el nuevo dogma, como anteriormente había aceptado el arrianismo, es decir, por imposición.
El reino Visigótico de España, se vuelve Católico de la noche a la mañana en el Concilio III de Toledo de 589, con la conversión del Rey Recaredo por parte de San Leandro. Pero el paso definitivo para la catolización de la galia céltica, ya lo había dado el ignoto Rey Franco Clodoveo, quien al convertirse en el año 496, se transforma en un instrumento de la Iglesia para la conquista misionera.
Podría pensarse que los Druidas –de tan ruda oposición a los Dioses Hiperbóreos Tuatha de Danan en Irlanda– habrían de organizar la defensa contra la nueva fe (lunar) que desplazaba el antiguo culto (solar) celtíbero del Dios Beleno (adorado en Grecia también como Apolo) y a la Diosa Madre Belisana.
Pues nada de eso aconteció, ya que los Druidas aconsejaron al pueblo la conveniencia de abrazar el cristianismo y ellos mismos se hicieron cristianos.
¿Druidas cristianos? Sabios en las leyes ocultas de la naturaleza material; poseedores de una Ciencia secreta demoníaca; ¿cree Ud. que se habrían convertido al cristianismo subyugados por esta religión?
El Profesor me miraba intensamente.
–Tal como Ud. plantea las cosas –respondí– estas conversiones me recuerdan a las de los marranos, o sea esos judíos, que forzados a elegir entre hacerse católicos o morir aceptaron lo primero, simulando practicar la nueva fe durante años (o siglos si consideramos que hay familias marranas que aún hoy, viven una doble vida), pero conservando el rito y las costumbres judías en secreto.
–¡Bien Dr. Siegnagel! –bramó el Profesor– justamente a eso me refería; a una conversión fingida como la de los judíos marranos. Si Ud. considera la pregunta que le hacía antes, al leerle el texto del Oera Linda que sitúa a los Druidas como oriundos de Sidón, en Fenicia, comprenderá que hay otras similitudes sospechosas.
El Profesor no dejaba de sorprenderme con su agudeza, planteando las cosas de tal modo que, como en los diálogos de los Sofistas griegos, las respuestas brotaban espontáneamente en el interlocutor del Filósofo.
–Sí, –afirmé, fingiendo sorpresa por las consecuencias que adivinaba–. La relación resulta innegable, Profesor: ¡Judíos y Druidas provenían de Medio Oriente!
Acompañé el comentario asintiendo elocuentemente con la cabeza. Este gesto estimuló al Profesor a continuar y, mientras agitaba briosamente en una mano el libro “El Misterio de los Templarios”, decía en tono convincente:
–El gran celtista Louis Charpentier, autor de este libro y defensor a ultranza de los Golen y los Templarios, lo confirma con investigaciones fundamentadas: los Druidas se refugian en la Iglesia Católica. La oportunidad la brinda San Benito, personaje de gran sabiduría y santidad que al fundar la Orden Benedictina con una regla, (Ora et Lavora) que enaltece el trabajo y la oración, impulsa a la misma al salvataje de la Cultura griega y romana, amenazada de muerte por la decadencia del Imperio Romano, la barbarie, y la ignorancia increíble de los Papas.
El punto de contacto se produce con San Columbano, un Fili de Irlanda dedicado enteramente a convertir los pueblos celtas a la religión católica. Louis Charpentier no puede ocultar su admiración por la infiltración druídica, cuando dice: “...San Benito había muerto en el 547, siete años después del nacimiento de San Columbano. Benito había conservado el tesoro clásico para la cristiandad; a esta misma cristiandad, San Columbano le iba a hacer entrega del tesoro celta”.
“San Columbano era un cristiano de Irlanda, país que había abrazado muy pronto el cristianismo, sin las imposiciones más o menos brutales de los Emperadores romanos, ni las de los bárbaros que se decían romanos, como había sucedido en todos los países celtas de pasado druídico. Puede decirse, sin incurrir en error, que los cristianos de Roma y los de Clodoveo, hicieron desagradable el cristianismo en las Galias”.
“Irlanda no conoció a Roma ni a los bárbaros, y eso explica esa aceptación del cristianismo sin brusquedades”.
“Tampoco se conocen muchas cosas sobre los Druidas; pero su facilidad para aceptar una cierta forma de cristianismo, parece situarles espiritualmente muy cerca de aquél. Nada de la nueva revelación les ha extrañado: ni la unidad Divina, ni un Dios no Creado que engloba el Universo en todas sus formas, ni la Divinidad en Tres Personas, ni un Dios nacido de una Virgen, ni el Dios encarnado, ni el Hombre Divino crucificado, ni la resurrección, ni la inmortalidad del Alma que ellos ya predicaban...”
“San Benito, en sus últimas horas, gritaba: “Veo a la Trinidad y a Pedro y a Pablo y a Druidas y a Santos...”
“Todo el pueblo celta, tras los Druidas, se precipitó hacia el cristianismo”. “Irlanda, que había escapado a la conquista romana y luego a las conquistas árabes, permaneció cristiana, pero si puede decirse así, “druídicamente”.
Indudablemente el Profesor Ramirez sabía apoyar sus argumentos con los textos más adecuados, pensé con admiración.
–Alrededor de esos sucesos –proseguía el Profesor– se sitúa (siglo VII) la “desaparición” de los Druidas en su aspecto tradicional, pero se producen esporádicas reapariciones a través de la Historia, especialmente durante las Cruzadas (siglos XI a XII), en los procesos a los Templarios (siglo XIV), en el Renacimiento (siglos XV y XVI), en la afirmación de las corrientes llamadas de la Ilustración, Librepensamiento, Enciclopedismo y Masonería, (siglos XVII y XVIII).
Como ve, siempre aparecen vinculados a la crisis o a la revolución, pero ojo Arturo, solamente en relación a la Raza celta. Parece que la presencia del Druida tiene un solo objeto: ser guía de los celtas, como cantaba Taliesin. Hoy celta significa poco, pero recuerde que gran parte de Francia e Italia, Portugal, Bélgica, Suiza, Irlanda, Escocia, parte de España y el 50% de la América Blanca, son celtas.
A esta altura de la conversación (o monólogo debería decir, ya que el Profesor con su precisión no daba lugar a interrupciones) Yo estaba profundamente impresionado. El Profesor Ramirez sabía sobre el asunto mucho más de lo que me había imaginado al comienzo de la conversación. Decidí continuar con el juego y simular mayor asombro. Para actuar con convicción trataría de llevar el diálogo a un terreno concreto.
–La Gran Conspiración Judía Mundial puedo comprenderla perfectamente, Profesor, dado que el objetivo declarado por Rabinos o simples hebreos de todos los tiempos, es el Dominio del Mundo y el sometimiento de la Humanidad al Pueblo Elegido por Jehová. “La Israel celeste –dice el Talmud– tiene como destino de gloria reinar sobre los pueblos gentiles”.
Pero ¿qué objetivo persiguen los Druidas perpetuándose a través de los siglos para dirigir secretamente a los celtas, mediante su Ciencia maldita? No un objetivo imperialista, pues los celtas jamás tuvieron Imperio, sino que establecían confederaciones de tribus o pueblos cuya decadencia comenzó con la “Campaña de las Galias” realizada por Julio César. Tampoco un objetivo que implicara algún tipo de beneficio espiritual para los celtas, pues, ya no lo dudo, los Fili están impulsados por algún fin perverso. ¿Por qué lo hacen, Dios mío, por qué?
Traté de plantear el interrogante lo mejor que pude al Profesor Ramirez.
Se quedó pensativo un largo minuto y luego, con gesto de desaliento, respondió:
–No lo sé Dr. Siegnagel –me llamaba alternativamente Arturo o Dr. Siegnagel–. Sólo puedo conjeturar algo. Pero tenga presente esto ¡es sólo una conjetura! De ninguna manera podría probarlo. Le diré lo que pienso, pero jamás lo repetiría fuera de esta oficina y de este momento.
Contuve la respiración por temor a que el Profesor callara.
–Sabido es que el poder financiero judío comienza a desarrollarse a fines de la Edad Media, cuando los orfebres en metales preciosos (casi siempre judíos), vistos en la obligación de construir cámaras de seguridad para guardar el oro y la plata de los Señores feudales y Nobles, comienzan a efectuar préstamos a interés, utilizando como garantía estos depósitos ajenos. El primer paso fue emitir un documento, reconocido por todos, como “elemento de pago”, verdadero papel moneda que permitía comerciar sin necesidad de efectuar pagos en metálico. Desde luego que este “descubrimiento” fue rápidamente adoptado y utilizado a discreción por grandes comerciantes y prestamistas, al estilo del “Mercader de Venecia” que tan brillantemente retratara Shakespeare. Pero, el secreto del enriquecimiento, estaba sin duda en la usura, verdadero origen de la “Banca”.
En el siglo XVII ya hay suficientes bancos judíos en el mundo como para asegurar a éstos una buena porción del Poder; el siglo XVIII, por poner un ejemplo, ve la ascensión de la “Casa Rothschild”, familia judía dueña de la Banca del mismo nombre, de nefasta actuación hasta el siglo XX.
Todo esto es historia conocida, pero lo que quiero significar es que, obtener el control de los medios financieros, lleva inevitablemente a una lucha por el control del Estado. Y al fin de la Edad Media, cuando comienza esta historia, el Estado es la Iglesia Católica, razón por la que, entre los siglos XV y XX, la lucha por el Poder iba a enfrentar en muchas ocasiones a la Iglesia Católica y al Gran Kahal Judío.
Estos enfrentamientos, a veces feroces, deberían haber acabado con uno de los bandos, si en el curso de los siglos algo así como una mano invisible no hubiera intervenido siempre para conciliar a ambos oponentes. Estudie, Arturo, la Historia y verá con claridad lo que le digo; cuando surge el conflicto por un lado, sea que lo inicie la Iglesia o los Reyes Católicos o la Inquisición, etc., contra el Poder Judío, o por otro lado, sea que la Conspiración Hebrea lanza “la Revolución”, “la Masonería”, “el Marxismo”, etc., contra el Poder Cristiano, allí aparece un elemento moderador, suavizador del conflicto; evitando la lucha inminente; diluyendo las tensiones. Este elemento, brazo ejecutor inconsciente, es el celta. ¡Pero atrás del celta está el verdadero instigador: el Golen, el Fili, el Druida, con su poder increíble!
¡Sé que pensará que no estoy en mis cabales, Arturo; y no puedo probar esta conjetura fantástica que apenas me atreví a formular!
El Profesor me miraba turbado. Era evidente que temía haberse excedido y por eso sus ojos trataban de taladrar mi cerebro. Y sin embargo, a pesar de sus prevenciones, sus hipótesis se quedaban cortas frente a la magnitud de los planes Golen que denunciara Belicena Villca en su carta: era cierto, tal como lo comprendiera el Profesor, que los Golen “mediaban” entre la Iglesia y la Sinagoga; pero no era menos cierto que Ellos perseguían un objetivo más ambicioso: la Sinarquía Universal y el Gobierno Mundial del Pueblo Elegido.
No pude menos que sonreír al contemplar el rostro preocupado del Erudito. Eso lo tranquilizó.
–A través de un profundo análisis histórico, –continuó sin dejar de observarme– muchos han supuesto que un secreto enlace vincula los distintos Vértices de Poder del Mundo y se ha afirmado la existencia de una secta supersecreta que podría ser la Masonería, la B'nai Brith (Masonería judía), la Comisión Trilateral, etc., o cualquier otra organización de ese tipo, a la cual pertenecerían todos los hombres que detentan el Poder. Esta hipótesis es demasiado gigante para mí; en cambio lo que puedo asegurar, basándome en muchos años de investigación histórica, es que entre dos grandes Colosos, la Iglesia Católica y la Sinagoga, existe una impía vinculación oculta para llevar a cabo el fin inconfesable del Poder Mundial. ¡Y esa impía vinculación se da a través de los Druidas! ¡Aquí está parte de la verdad! –casi gritó el Profesor, señalando el dibujo de la joya–. Pero ¿qué es este papel? nada, ninguna prueba, sólo un dibujo sin sentido hallado por un alumno, pero que encierra el secreto de algunas fuerzas que mueven el Mundo.
–Creo advertir, a partir de sus argumentos tan significativos, que ha respondido Ud. afirmativamente a mi pregunta –dije cambiando de conversación y dispuesto a no revelar nada sobre el crimen de Belicena Villca–. ¿Debo, pues, inferir que existirían hoy día los Druidas?
–Mi apreciado Dr. Siegnagel, esa pregunta tal vez esté destinada a ser respondida por Ud. mismo. Yo le he dado suficiente información y sólo me resta asegurarle que la investigación histórica, a menos que aparezca otro Oera Linda o se abra la Biblioteca Privada del Vaticano, no arrojará nada nuevo sobre los Druidas –afirmó categóricamente.
–¿Por qué? –pregunté, esta vez con verdadera sorpresa.
–Por una razón muy sencilla, pero inexplicable, Dr. Sieg-na-gel –dijo el Profesor con sorna, casi deletreando mi apellido alemán–. Porque entre 1939 y 1945 batallones especialistas de las Waffen , cuerpo de élite alemán, vaciaron Europa de los pocos documentos que había sobre los Druidas.
–¿Para qué podrían querer los esa información? –pregunté con desconfianza, pues no me gustaba el rumbo que tomaba la conversación.
–Eso no se supo nunca con seguridad. Durante esos años se creía que la documentación era llevada al más importante centro de entrenamiento de las, el Castillo de Werwelsburg, en Westfalia, donde había una Biblioteca especializada en Religión y Ocultismo de más de 50.000 volúmenes. Pero al finalizar la guerra, parte de este valioso material y el “Círculo Restringido” de las (unos 250 hombres superentrenados y supersecretos) se evaporó como por encanto.
Ud. Sabe –me decía el Profesor con mirada cómplice– todas esas historias sobre refugios ocultos, el grupo Odessa,... bah, patrañas.
–Sí –asentí con un gesto y miré el reloj. Eran las 20 hs. 30 minutos.
Calculé que llevábamos cinco horas reunidos y sentí vergüenza de abusar de ese modo del precioso tiempo del Profesor.
–No hay por qué disculparse, Arturo, –decía el Profesor ante mis excusas– ha sido una charla de mi agrado, en la cual he recordado con Ud. algo de lo que, en otros tiempos, hubo también de preocuparme a mí.
En ese día de Verano sólo quedaban, en la Facultad, el Sereno y el personal de limpieza. Salí en compañía del Profesor Ramirez y le acompañé hasta una de las Casas Docentes que habita, dentro mismo de la Ciudad Universitaria. Y nunca más volví a verlo... ¡Que el Incognocible guíe su Espíritu hacia el Origen, o que Wothan lo conduzca al Valhala, o que Frya le muestre la Verdad Desnuda de Sí Mismo, que su corazón se enfríe para siempre, que conquiste el Vril y posea la Sabiduría que tanto buscó durante su vida! Y, por sobre todo: que consiga huir de la venganza de Bera y Birsa...

2 comentarios:

  1. ¿Y cuál es su misión? –se preguntó Oskar–. También es un enigma: parece estar ligada a la búsqueda de determinadas personas a las que habría que orientar estratégicamente para cumplir un papel en la próxima Guerra Total. Todo su esfuerzo está puesto en esa búsqueda, mas no creo que haya tenido suerte pues, como te decía, sus colaboradores no son los más indicados para la práctica de la Alta Magia. De hecho, hay muy pocos Iniciados en la Orden Tirodal y ninguno responde a las exigencias de la misteriosa misión. Esta aseveración no es una presunción subjetiva sino una confidencia del mismo Nimrod: en efecto, cuando me entrevisté por primera vez con el Pontífice, éste, que demostró poseer el poder de leer las Runas iniciáticas, me felicitó por el grado alcanzado en la Orden Negra, pero evidenció un visible desencanto. Frente a mi sorpresa, se disculpó enseguida y me explicó cortésmente que al recibir a un Elegido por primera vez, siempre abrigaba la esperanza ‘de que fuese uno de Aquellos que cumplirían la Misión dispuesta por los Dioses’. Este comentario me aclaró todo y comprendí en el acto que Yo, obviamente, no era uno de ‘Aquellos’ a quien Nimrod aguardaba. No obstante, me trató con camaradería y ofreció participar de la Orden, realizando funciones en extremo reservadas, que en nada harían peligrar mi posición. Acepté, por supuesto; y aproveché su confianza para indagar algo más sobre la desgraciada búsqueda de los Elegidos aptos para llevar a cabo los designios de los Dioses, búsqueda que sería casi imposible en el infernal contexto de la Epoca actual”. –“La clase de gente que Ud. busca, Nimrod ¿es de calidad superior a los Iniciados de la Orden Negra .?” –“No se trata de calidad sino de confusión estratégica, Señor Pietratesta. Tal vez si se consiguiese trasplantar a uno de aquellos Iniciados del Castillo de Werwelsburg a esta Epoca, sin que experimentase el paso del tiempo, tendríamos a un Camarada apto para la Misión. Pero ahora, ciertamente, no tenemos un hombre semejante. Nuestros mismos Iniciados podrían ser aptos para la misión si asumiesen completamente la Iniciación y dominasen su naturaleza anímica, si se decidiesen a ser lo que son. Mas es difícil, muy difícil, que los hombres espirituales de esta Epoca cuenten con el valor necesario para dejar de ser lo que aparentan y sean definitivamente lo que en verdad son. Sin embargo, los Dioses aseguran que existen hombres capaces de tal valor, que se deben mantener abiertas las puertas del Misterio hasta que ellos lleguen o los que están se trasmuten. Y esta certeza es la que nos da fuerzas para seguir, Camarada Pietratesta”. “Me hallaba en una casa de la Ciudad de Córdoba, –aclaró Oskar– perteneciente a la Orden Tirodal. En la amplia habitación, amueblada

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